Todo empezaba con breves síntomas de una gripe estacional. Se inició en Wuhan, China, en noviembre pasado, fue ocultado por el régimen de Beijing y rápidamente se extendió a toda la población local -nada menos que 60 millones de personas- para luego extenderse como un tsunami infeccioso contra toda la población mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) la declaró pandemia y recién en ese momento países que hasta entonces no le prestaban atención al fenómeno decidieron reaccionar. Hoy, al momento de esta publicación, 350 mil personas alrededor del planeta habían sido infectadas con el COVID-19, el nombre que lleva el virus, y casi 15 mil habían muerto.
Pero, ¿qué ataca este nuevo tipo de coronavirus que se manifiesta con tos y fiebre? Y aunque, según la OMS, sólo uno de cada seis desarrollan una enfermedad grave, ¿cómo puede el COVID-19 convertirse en un padecimiento más grave como neumonía? Otra pregunta: ¿qué le hace eso a nuestros pulmones y al resto del cuerpo?
John Wilson es el presidente del Real Colegio de Médicos de Australasia. También es especialista en medicina respiratoria, una eminencia en la materia. Para él, las personas que contraen coronavirus pueden clasificarse en cuatro amplias categorías. Los menos graves, de acuerdo a su categorización, son aquellos pacientes que son “subclínicos” y que tienen el virus pero no tienen síntomas. El siguiente grupo está constituido por aquellos que contraen una infección en el tracto respiratorio superior. Son quienes “tienen fiebre y tos y quizás síntomas más leves como dolor de cabeza o conjuntivitis”.
“Esas personas con síntomas menores aún pueden transmitir el virus pero pueden no ser conscientes de ello”, advierte el médico.
El universo más amplio –el tercer grupo– es el de personas que desarrollan los mismos síntomas similares a la gripe que generalmente los mantendrían fuera del trabajo y que los conduciría a una consulta en alguna guardia hospitalaria. La fiebre es más alta; la tos sostenida y el dolor de cabeza mucho más severo.
Finalmente, Wilson explica que un cuarto grupo desarrollará una enfermedad grave que incluso presentará neumonía. Dependiendo de la fortaleza del cuerpo del paciente la enfrentará con mayor o menor riesgo. “En Wuhan resultó que de aquellos que dieron positivo y buscaron ayuda médica, aproximadamente el 6% tenía una enfermedad grave”, dijo al diario inglés The Guardian.
“El revestimiento del árbol respiratorio se lesiona, causando inflamación. Esto a su vez irrita los nervios en el revestimiento de las vías respiratorias. Solo una mota de polvo puede estimular la tos. Pero si esto empeora, va más allá del revestimiento de las vías respiratorias y pasa a las unidades de intercambio de gases, que se encuentran al final de las vías aéreas. Si se infectan, responden vertiendo material inflamatorio en los alvéolos que se encuentran en el fondo de nuestros pulmones”, explicó Wilson. Pero si además los sacos de aire se inflaman, esto podría provocar una efusión de material inflamatorio (líquido y células inflamatorias) en los pulmones lo que derivará en neumonía.
Wilson enseñó que los pulmones que se llenan de material inflamatorio no pueden llevar suficiente oxígeno al torrente sanguíneo, lo que reduce la capacidad del cuerpo para tomar oxígeno y eliminar el dióxido de carbono. “Esa es la causa habitual de muerte con neumonía grave”, dice. “Una vez que tenemos una infección en el pulmón y, si involucra los sacos de aire, la respuesta del cuerpo es primero tratar de destruir al virus y limitar su replicación”, agrega al explicar cómo responde el organismo.